Y es en ese preciso instante cuando sientes que la pared se derrumba y todo el peso de la realidad se cierne sobre ti. Aquel muro que creías robusto y poderoso se ha visto sobrepasado por el peso del tiempo, del cambio. No hay nada más allá de aquello que sustentaba lo que parecía ser tu realidad. Y en realidad no era tal, era su perfecta máscara que nos tapaba y nos ocultaba lo que podíamos encontrarnos más allá de ella.
Porque ya nada es como antes, si es que antes era de alguna manera.